#Reflexión | La mayoría de las personas piensan que la “soledad es sinónimo de no tener amigos“. Pero en realidad, es gracias a ella y su espontaneidad que la inspiración existe.
Cabe resaltar, que cada cultura define la soledad a su manera, algunos la llaman meditación, otros reflexión, ayuno, interiorización. Simplemente se recurre a ella cuando se afirma: “Necesito Pensar” “No quiero saber de nadie por un tiempo” o “Necesito inspiración”.
¿Es algo espontáneo?
Desde la perspectiva de los artistas, es un recurso valioso cuando las ideas no surgen de forma espontánea, o más bien utilizado para que la espontaneidad se luzca.
Evidentemente cuando no se aprovecha de forma positiva o se excede en su práctica, puede convertirse en trastornos, depresiones, melancolía y fatalismos.

Entonces: ¿Cómo aprovecharla para bien?
Para experimentar soledad solo se necesita de valentía y más en un siglo condicionado por paradigmas de sociabilidad como sinónimo de éxito.
Claro está, que para muchos es difícil experimentarla porque no están acostumbrados al silencio, mucho menos estar solos.
Ese silencio que despierta la voz interna y los supuestos, así como esa ausencia de otros como tú, porque instintivamente como diría Aristóteles somos seres sociales por naturaleza.
En definitiva
La soledad no es para vivirla todos los días, porque se convertiría en monotonía, más bien la soledad es para disfrutarla cada vez que el alma lo sienta necesario.
Recurre a la soledad cuando te sientas estancado, cuando tu mente esté enredada con mil ideas o por el contrario si ninguna surge, cuando necesites expresar sentimientos reprimidos o liberarte de cargas que no te dejan descansar. Recurre a la soledad para poderte inspirar.
No es quedarte callado y estático como una momia, es encontrar un espacio donde tú tengas el control. Donde definitivamente te sientes bien sin importar las circunstancias.
Puede ser un cuarto en tu casa, en tu estudio, en una caminata por el parque, en un atardecer desde una apacible azotea, viajando, mirando a través de la ventana de un auto en movimiento o cualquier otro escenario donde la realidad pase a un segundo plano y el imaginario pueda consumir la existencia del tiempo.
El objetivo es detallar las cosas sencillas de la vida
Aquellas que suelen pasar efímeramente desapercibidas, como el juguetear del viento, el respirar de forma consciente, el disfrutar del sonido del universo y quizá algo más normal como percibir la rutina banal de las personas por la vida en sus propios burbujas laborales, mentales o familiares.
Esos detalles de una u otra forma son agentes disruptivos que permiten explorar el potencial creativo que llevas dentro.
Así que para inspirarte, no necesitas rituales ni ser un prodigio, sólo tomate un tiempo para disfrutar de la vida, se consciente de tú existir, libera tus emociones y deja que la espontaneidad se luzca.